Intentaron cubrirme de tierra,
como se entierra a las mujeres
que incomodan.
Creyeron que bastaba el peso
de sus nombres,
de sus voces,
de sus zapatos sobre mi espalda.
Pero ardí.
Porque antes que yo
ardieron otras,
las que quemaron silencios,
las que rompieron sombras,
las que encendieron brasas
debajo de cada injusticia.
Soy hija de ese fuego.
Fui chispa en el borde de sus botas,
fui brasa bajo el miedo,
fui llama filtrándose
por las grietas que juraron sellar.
Quisieron que fuera obediencia,
pero me volví resplandor.
Quisieron que fuera polvo,
pero me hice viento
que levanta el polvo.
Soy el incendio
que ninguna mano masculina logró sofocar,
el que vuelve a prenderse
en el rincón más húmedo,
el que pasa de mujer en mujer
como un secreto invencible.
No ardo para ellos,
no brillo para ellos.
Ardo porque existo,
porque mi fuego es memoria,
es legado,
es cuerpo que ya no se disculpa.
Soy el incendio:
no me apago,
no me arrodillo,
no me disculpo.
Ardo para que el mundo recuerde
que las mujeres también somos fuego.
2 comentarios:
Te amo
Yo la amo más
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