Escribo porque no sé permanecer en silencio. Porque la palabra es mi carne y mi condena, y porque a veces la única manera de no enloquecer es dejar que la locura hable por mí. No busco respuestas, solo temperatura. Soy Laura Desamparada: lo que queda cuando el alma hierve demasiado.

sábado, 1 de noviembre de 2025

Autopsia



Me recuesto sobre mí misma,

afilando los dedos como bisturíes.

No hay médico ni cadáver,

solo una mujer dispuesta a entenderse.


Parte por parte comienza el desmembramiento.

Parte por parte puedo diseccionar.

Los ojos van primero,

siempre fueron inútiles sin gafas.


Después, las manos,

esas que temblaban cuando tocaban la verdad,

que acariciaban promesas con la torpeza de quien busca curar,

sin saber si cerraban o abrían más heridas.


La lengua, húmeda, fatigada,

que besó tantos labios buscando un amor real,

puede ser arrancada sin culpa,

como se arranca una planta de raíz:

con el tallo aún tibio

y la savia de las palabras goteando en silencio.


El corazón es un órgano testarudo.

Late incluso cuando no debería,

cuando el cuerpo ya ha firmado su rendición.

Lo abro con cuidado

y salen nombres que aún respiran,

recuerdos en forma de coágulos,

una tristeza que bombea sin permiso.


Intento detenerlo,

pero se aferra a su hábito de sentir,

como si amar fuera su única función vital.


El vientre yace en calma,

un desierto tibio y exhausto.

Nadie lo habita ya,

ni la esperanza se atreve a cruzar su arena.


Fue casa, fue cuna,

ahora es un eco hundido en su propio silencio,

piel marchita que recuerda el pulso ajeno,

la promesa de latidos que ya no volverán.


Nadie lo tocará jamás.

Su soledad se ha hecho órgano,

una cavidad sin nombre

donde solo habita el recuerdo de haber contenido vida.


Mi mente es un lugar inhóspito,

donde, de vez en cuando,

una lluvia de ideas se deja caer.

A veces malas,

a veces buenas,

a veces inocentes,

a veces no tanto,

a veces ni un poco.


Cosas que no merecen Edén,

ni dios,

ni paraíso.

Solo el destierro de lo que nunca tuvo redención.


Ahora que todo yace abierto,

me observo como si fuera otra.

Aquí estoy,

soy una suma de órganos cansados

y de palabras arrancadas.


Ya no hay nada que diseccionar.

El cuerpo descansa en su evidencia,

la mente calla,

la lengua no busca,

las manos no tiemblan.


Solo queda el silencio,

extendido sobre la mesa fría,

esperando que alguien firme el informe,

o que nadie lo haga jamás.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Atrevete weoncita

Diosmismo dijo...

Jaajajajaj a qué?

Anónimo dijo...

Jajaja si sabes, soñé contigo, quiero verte :((( te extraño

Anónimo dijo...

Qué envidia que tanta gente te extrañe

Anónimo dijo...

Yo no veo tanto desagrado

Anónimo dijo...

Xd

Azul dijo...

Soy el laberinto del que lo no puedes salir.
Rosalia, lux, 2025.
Sorry.

Diosmismo dijo...

Qué buen disco :)