Escribo porque no sé permanecer en silencio. Porque la palabra es mi carne y mi condena, y porque a veces la única manera de no enloquecer es dejar que la locura hable por mí. No busco respuestas, solo temperatura. Soy Laura Desamparada: lo que queda cuando el alma hierve demasiado.

sábado, 1 de noviembre de 2025

Despertar con Celeste



Hoy desperté con Celeste.

El sol apenas se asomaba por la ventana,

y su respiración era tan suave

que parecía ordenar el mundo.


Amo dormir con ella,

pero amo más aún despertar a su lado.

Mirar su carita tranquila,

sus pestañas enredadas con los sueños,

esa paz que solo tienen los niños

antes de saber lo que pesa la vida.


Le tomé la mano, tan chiquitita,

y aun así me pareció enorme,

como si en esa palma diminuta

pudiera caber todo lo que soy.


Recordé cuando era una guagüita,

sus deditos cortos,

sus uñas frágiles,

su piel de durazno y leche tibia.

Entonces no entendía lo que era el amor,

pero ahora sé

que tenía forma de ella.


A veces me mira y sonríe,

y siento que el pecho me va a estallar,

como si dentro viviera una flor

que no deja de abrirse.


Me habla de insectos,

de hormigas que construyen castillos,

de mariposas que se esconden bajo las hojas,

y yo la escucho fascinada,

aunque sé que a veces inventa un poco,

como hacen los poetas.


Le beso la frente.

Su piel es tan suave

que me da miedo romperla con el aire.

Y pienso

que no hay oración más perfecta que su nombre,

ni silencio más puro

que el de verla dormir.


El amor que siento por ella

arde como oxitocina,

como fuego que no quema,

como vida que se renueva en cada amanecer.


Porque despertar con Celeste

es volver a verla nacer.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

No sabes lo feliz que me pone esto Amarilla

Diosmismo dijo...

También a mí 🩷