jueves, 24 de enero de 2008


Miró abajo y retrocedió para no perturbarla.
La niña encogida chillaba,
en su mano derecha una piedrita, en la izquierda la suciedad del suelo.
Se aferró a las largas piernas del hombre, presionando sus testiculos con su cabecita húmeda en sudor.
Él retiró la piedrita de la mano, guíandola a su pene.

La niña dejó de llorar.

6 comentarios:

Nhesta dijo...

Me asusta esto.

Qué oscuro se vé todo.

Anónimo dijo...
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Anónimo dijo...
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Shemyr dijo...

Genial.

自殺-jisatsu- dijo...
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自殺-jisatsu- dijo...

ich weiss nicht was kann ich sagen, ich bin sehr überrascht, aber Sie wissen dass ich immer neben sie sein werde.