El cuerpo que yo habito, no es más que plástico moldeable.
Son metros de piel elástica y reseca.
Es el mismo cuerpo que he habitado, desde que soy en la tierra.
Un cuerpo mortal y sagaz, un cuerpo frío y caliente.
El cuerpo que yo habito, son membranas desmembradas, son lágrimas acumuladas, son llagas reventadas.
El cuerpo, mi cuerpo, es dolor y desencuentros, es amor y violencia, es paz y tempestad.
Este cuerpo que alimento,
Por años lleno de gozo,
Por momentos alegrías,
Por instantes penas,
Por siglos melancolía.
No es más que un envoltorio, una superficie llana y austera, un palacio pobre y corriente. Pero es mi cuerpo, el cuerpo que yo habito.
El cuerpo que se destruye y el que se cura,
El cuerpo de otros cuerpos, y también de sí mismo.
Es la agonía placentera y también es la muerte misma, resplandeciente y lumoniosa de la blanca piel que lo recubre.
Es un cuerpo, igual a muchos cuerpos,
Pero singular y particular,
Pues se constituye de muchas formas, se transforma y se deforma, pero nunca deja, de ser el cuerpo que yo habito.
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