Escribo porque no sé permanecer en silencio. Porque la palabra es mi carne y mi condena, y porque a veces la única manera de no enloquecer es dejar que la locura hable por mí. No busco respuestas, solo temperatura. Soy Laura Desamparada: lo que queda cuando el alma hierve demasiado.

domingo, 16 de junio de 2019

El cuerpo que yo habito

El cuerpo que yo habito, no es más que plástico moldeable.
Son metros de piel elástica y reseca.
Es el mismo cuerpo que he habitado, desde que soy en la tierra.
Un cuerpo mortal y sagaz, un cuerpo frío y caliente.

El cuerpo que yo habito, son membranas desmembradas, son lágrimas acumuladas, son llagas reventadas.

El cuerpo, mi cuerpo, es dolor y desencuentros, es amor y violencia, es paz y tempestad.
Este cuerpo que alimento,
Por años lleno de gozo,
Por momentos alegrías,
Por instantes penas,
Por siglos melancolía.

No es más que un envoltorio, una superficie llana y austera, un palacio pobre y corriente. Pero es mi cuerpo, el cuerpo que yo habito.

El cuerpo que se destruye y el que se cura,
El cuerpo de otros cuerpos, y también de sí mismo.

Es la agonía placentera y también es la muerte misma, resplandeciente y lumoniosa de la blanca piel que lo recubre.

Es un cuerpo, igual a muchos cuerpos,
Pero singular y particular,
Pues se constituye de muchas formas, se transforma y se deforma, pero nunca deja, de ser el cuerpo que yo habito.