Escribo porque no sé permanecer en silencio. Porque la palabra es mi carne y mi
condena, y porque a veces la única manera de no enloquecer es dejar que la
locura hable por mí. No busco respuestas, solo temperatura. Soy Laura
Desamparada: lo que queda cuando el alma hierve demasiado.
El desierto y yo fuimos uno, y nos teñimos en la piel con recuerdos inmemorables.
El desierto tocó desde el interior y yo le toqué con la punta de los dedos, simulando una cálida lluvia, un día de verano.