He aprendido a ser tú
sin dejar de ser yo
sin desear ser tú
sin ser yo.
A veces cuando de tarde en tarde nos sentamos a tomar una tasita de té,
nos miramos y sé que ciertamente nos miramos,
simetricamente
a la misma distancia entre ojo y ojo,
al mismo ritmo entre suspiro y suspiro.
He aprendido a ser yo
sin dejar de ser tú
sin desear ser yo
sin ser tú.
Cuando la noche cae y con ella reviven
los miedos,
las angustias,
las penas. Nos paramos sobre nosotros mismos pie con pie,
sombra con sombra.
Y tú y yo, la de siempre igual,
caminamos y corremos y
caminamos y corremos y
para cuando nos cansamos de caminar y correr,
caminamos y corremos más.
He aprendido a ser tú
sin dejar de ser yo
sin desear ser tú
sin ser yo.
Caminando distante
pero no muy lejos,
sin ser yo, sin ser nada.