Se detiene un sólo segundo diariamente. Sólo un segundo basta.
Una pregunta sencilla, la respuesta lo es aún más.
Mira el cielo y pregunta, tendré los zapatos desabrochados?
Y listo. Stop.
La pregunta ya pasó, el segundo ya pasó... y sigue.
Se preocupa de sobremanera por la atenuante y perseguidora mirada de la gente.
Pero aún así no atina a mirarse los zapatos.
Se detiene nuevamente, mira alrededor timidamente. Y de nuevo la interrogante. De sobre manera es incontenible la neurosis que provoca en él el temor de llevar los zapatos desabrochados.
Él, tan destartalado como siempre, preocupado meramente sobre la apariencia de sus zapatos.
Había olvidado de puro descuidado que había salido sin pantalones. Y el muy, andaba preocupado sobre lo mal que se veía ante las miradas ajenas que tuviera los zapatos desabrochados.
Escribo porque no sé permanecer en silencio. Porque la palabra es mi carne y mi
condena, y porque a veces la única manera de no enloquecer es dejar que la
locura hable por mí. No busco respuestas, solo temperatura. Soy Laura
Desamparada: lo que queda cuando el alma hierve demasiado.
jueves, 23 de octubre de 2008
miércoles, 22 de octubre de 2008
Sinceridad
Agotada, algo mareada.
Reviso entremedio de mis piernas...
Si, sigue ahí.
Sinceramente creo que...
Husmear, sin sentido bajo la ropa interior,
provoca doleres intrauterinos
dentro del
sin sentido interior
de una botella
dorada, quemada, gastada
de vino barato,
sacado a relucir.
Reviso entremedio de mis piernas...
Si, sigue ahí.
Sinceramente creo que...
Husmear, sin sentido bajo la ropa interior,
provoca doleres intrauterinos
dentro del
sin sentido interior
de una botella
dorada, quemada, gastada
de vino barato,
sacado a relucir.
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