Lo que a mi parecer era estúpido y sin sentido,
Era mi vida.
Que era así,
Así misma como me parecía.
Estúpida y sin sentido,
Como quien la lleva por vida. Yo
Mi erudita y apetecible vida,
Sola o acompañada daba lo mismo, lo hacia y ya.
Y con ferviente sensación, lo hacia.
No me arrepentía de nada.
Porque la vida era estúpida y sin sentido. No la mía,
Esta vez era la tuya.
La tuya, las suya, la vuestra.
Tan sin sentido como lo es la mía,
Aquellas noches,
Con interminables intentos de suicidios,
Que no soportaron mis manos cansadas y que se rindieron,
Antes de lograr la muerte.
¡Oh aquella muerte!,
La vida de los muertos,
La esperanza de los vivos
Aquella que aparece así sin más ni nada,
Llevando a justos y pecadores por igual
De mí deshojada juventud fui perdiendo lo más valioso de mí,
Aquello que unos llaman vida,
Y que para mi no ha sido más que un castigo.
Maldito mi suplicio y mi repetitivo intento por acabar con ella,
Valiosa la lucha que ha ganado la infeliz.
Y no se rinde y yo ya no la quiero,
Pero no me deja.
Cuántas veces tendré que tratar de arrancármela,
Como quien arranca una espina de su adolorido pie.
Adoloridos y cansados pies los míos, entonces.
De los cuales no he podido arrancar ni un mísero extracto de vida.
Ni una mísera punta de espina.