Celeste,
todavía entro al cuarto y te busco,
aunque ya no sé si estás o si solo te pienso.
A veces vienes como el aire,
me rozas la mejilla,
mueves una cortina,
y todo vuelve a tener sentido.
Pero luego te vas,
te vas sin aviso,
y el aire se vuelve filo.
Todavía ordeno tus cosas,
como si al hacerlo pudiera retenerte un poco más,
como si el amor bastara para que no huyas.
Celeste,
yo no quiero mitades de ti,
no quiero verte en ráfagas,
no quiero abrazarte solo en sueños.
Te quiero entera,
con tus risas, tus enojos,
tu olor a sol y a infancia.
Todavía me duele la piel,
como si tu ausencia la quemara despacio.
Todavía te amo
aunque vengas y te vayas,
aunque solo te quede en los bordes del aire.
Todavía,
Celeste,
todavía.
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